Dos hechos violentos registrados en Michoacán y Guanajuato reflejan la creciente tensión en algunas regiones de México. El primero ocurrió el lunes en un poblado cercano a Cotija, Michoacán, donde dos soldados perdieron la vida y cinco más resultaron heridos tras la detonación de un explosivo casero durante un operativo militar.
Ataque en Michoacán
El secretario de la Defensa Nacional, general Ricardo Trevilla, informó que el ataque se produjo mientras los militares realizaban labores de reconocimiento tras el hallazgo de un campamento clandestino y tres cuerpos desmembrados. Entre los lesionados figura el mayor que lideraba la misión.
Aunque las investigaciones siguen en curso, se presume que el atentado podría haber sido perpetrado por el grupo delictivo conocido como Cárteles Unidos, que opera en la región. Este incidente recuerda un hecho similar ocurrido en febrero pasado, cuando cuatro soldados murieron al detonar un explosivo en otro punto de Michoacán.
En los últimos años, organizaciones criminales han intensificado el uso de armamento sofisticado, drones modificados y minas caseras, estrategias que desafían la capacidad de las fuerzas de seguridad en el país.
En Guanajuato, la violencia también cobró la vida de cuatro policías estatales en el municipio de Uriangato. El ataque, registrado el mismo lunes, dejó además a cuatro agentes heridos.
La gobernadora del estado, Libia García Muñoz, señaló que este acto violento podría estar vinculado a una operación policial previa en el municipio de Salvatierra, aunque no ofreció más detalles. García lamentó las muertes de los oficiales y expresó su apoyo a las familias afectadas.
Escalada de violencia
Michoacán y Guanajuato son estados que enfrentan una creciente presencia de grupos criminales. En Michoacán, la pugna entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y La Familia Michoacana ha generado un aumento en los enfrentamientos. Mientras tanto, Guanajuato, considerado uno de los estados más violentos de México, sigue siendo escenario de ataques contra fuerzas de seguridad.
Estos hechos subrayan los desafíos que enfrentan las autoridades mexicanas para garantizar la seguridad en zonas controladas o disputadas por organizaciones delictivas, donde la violencia sigue dejando un rastro de muerte y desolación.
