Los canadienses han suspendido sus viajes hacia el sur de la frontera, han boicoteado productos estadounidenses, incluidos el alcohol, y han abucheado en eventos deportivos, luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara el sábado un arancel del 25% sobre la mayoría de los productos provenientes de Canadá.
Aunque Trump había prometido imponer aranceles a Canadá y México antes de asumir la presidencia, este movimiento fue interpretado como un acto de guerra económica contra un país tan cercano cultural y geográficamente a Estados Unidos, lo que causó sorpresa entre muchos canadienses.
“Da la sensación de que Trump quiere reorganizar el orden mundial”, comentó Drew Dilkens, alcalde de Windsor, una ciudad canadiense fronteriza. “Está dispuesto a empezar por su aliado más cercano… Si está dispuesto a hacerle esto a Canadá, ¿qué le hará a los demás?”
Dilkens destacó que aproximadamente 400 millones de dólares canadienses (272 millones de dólares estadounidenses) en comercio cruzan a diario el puente Ambassador, que conecta Detroit con Windsor. Ante este panorama, las consecuencias de los aranceles de Trump para esta comunidad de 240,000 habitantes serán inmediatas. El alcalde espera que los residentes apoyen a las bodegas y destilerías locales.
Ken Lima-Coelho, residente de Calgary, comentó que la noticia de los aranceles provocó un renacer del orgullo canadiense en su hogar. Su hijo de 19 años planea coser una pequeña bandera canadiense en su mochila para un próximo viaje a Europa, mientras que su hija pasó la noche del sábado revisando los productos alimenticios canadienses en su cocina.
“No hay mucho que pueda hacer en esta situación política con el régimen del lado de allá”, dijo Lima-Coelho. “Pero puedo cambiar la pasta de dientes que compro… y eso nos da algo que hacer mientras esperamos que nuestros líderes políticos y empresariales resuelvan esto”.
Trump impone un arancel del 25%
Trump implementó un arancel del 25% sobre la mayoría de los bienes canadienses, con excepción de los productos energéticos, que serán gravados con un 10% al ingresar a Estados Unidos.
En respuesta, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció inmediatamente aranceles de represalia sobre 155,000 millones de dólares canadienses (107,000 millones de dólares estadounidenses) de productos de Estados Unidos. Además, instó a los canadienses a comprar productos locales y a vacacionar en Canadá, una postura respaldada por varios funcionarios locales.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, ordenó que el licor estadounidense fuera retirado de las estanterías del Liquor Control Board de Ontario (LCBO) antes del martes. Cada año, LCBO vende casi mil millones de dólares en vino, cerveza, licores y seltzers provenientes de Estados Unidos. “Ya no”, escribió Ford en X.
Tras asistir a misa en Winnipeg, Loraine MacKenzie Shepherd expresó que cambiaría sus hábitos de compra y se enfocaría en apoyar productos mexicanos y canadienses.
“Habrá pérdida de empleos en este país… sabemos que eso ocurrirá”, comentó. “Necesitamos encontrar formas de ser solidarios con quienes sufrirán el impacto de esta ira irracional”.
En Ottawa, durante la noche del sábado, los canadienses mostraron su indignación en un partido de hockey, abucheando el himno nacional estadounidense antes del encuentro entre los Ottawa Senators y los Minnesota Wild. También se vio a aficionados al baloncesto abucheando el himno de Estados Unidos el domingo, antes del juego entre los Toronto Raptors y los LA Clippers.
El primer ministro de Manitoba, Wab Kinew, hizo un llamado a la calma.
“Creo que debemos recordar que nuestra disputa no es con el pueblo estadounidense… para muchas de nuestras familias, nuestros familiares al otro lado del paralelo 49 siguen siendo nuestros amigos y parientes”, dijo en rueda de prensa. “Seguimos compartiendo la historia de nuestros veteranos que lucharon hombro con hombro. Juntos derrotamos al fascismo”.